La cosa es que no tengo suerte con las mujeres.
Salí un par de veces con una que realmente me gustaba. Pero no se podía hablar con ella. No es que fuera tonta ni nada de eso, el problema era que entráramos donde entráramos, ella se ponía tararear y a cantar como una poseída. No he cambiado tanto de garito en una sola noche en mi vida, y siempre era igual, se sabía todas las jodidas canciones, hasta las del hilo musical de los ascensores. Al principio tuvo su gracia, era divertido y tal, pero acabó sacándome de quicio.
También estuve con una que no cantaba, pero no paraba quieta. Era entrar en un bar con música y se ponía a andar de un lado para otro moviendo los bracitos como si fueran alitas de pollo. Decía que le encantaban los bares a los que la llevaba, que nunca había bailado tanto. Una noche, aprovechando uno de aquellos paseos suyos por el bar me largué. No estuve muy fino, ya lo sé, pero es que me atacaba los nervios sin remedio.
Una noche conocí a una tía genial. No cantaba mas que algún estribillo que otro, bailaba como una persona normal y era bastante divertida. Hubo química, por así decirlo, y acabamos en un rincón besuqueándonos. Todo iba bien hasta que, de pronto, se puso a hacer aspavientos como una loca. Resulta que era claustrofóbica. Podía achucharla todo lo que quisiera, pero sin bloquearle los brazos ni las manos porque si no podía moverlos le daban ataques de pánico. Salí pitando.
Y a estas hay que sumarles a la que se hacía cortes en el estómago cuando estaba de exámenes porque eso la relajaba, la que quería que saliéramos con su madre que se acababa de divorciar, la que no dejaba de hablar de su ex novio, la que quería que me pusiera un pendiente en la ceja porque eso "la ponía", la que no comía nada de color naranja,.... Ya se que yo no soy ningún prodigio de la madre naturaleza, pero Dios santo, al menos me comporto como una persona cuerda.
El caso es que el otro día salimos los colegas, sólo los tíos, en una de esas reuniones de exaltación de la amistad, y de pronto me encontré borracho como no lo había estado jamás. No me di ni cuenta, supongo que por eso precisamente acabé en un estado tan lamentable. En un momento dado agarré a mi colega, el guaperas del grupo (que tonto no soy), y le dije que deberíamos enrollarnos. "Nos llevamos bien, nos conocemos de toda la vida y al final eso es lo importante ¿no? Total lo del roce digo yo que no es más que cuestión de acostumbrarse ¿no? Se nos hará raro al principio pero seguro que al final hasta se nos da bien ¿no? No sé, ¿tú que piensas?, y entonces le toqué el culo. Al principio pensó que estaba de coña, pero cuando vio que iba enserio no le hizo ninguna gracia y se largó.
Estaba tan borracho que me metí solo en un bar que hay camino de casa y de pronto me sentí como poseído. Empecé a cantar como un loco andando de un lado a otro del bar moviendo los brazos como si fueran alitas de pollo. Madre mía si me reí. Pegué la hebra con un grupo de chicas que me miraban con cara de pasmo y les conté que me había emborrachado porque me sentía solo, que ninguna chica me entendía porque me gusta cantar todas las canciones que me sé, porque tengo una forma peculiar de bailar, porque soy algo claustrofóbico y nervioso, y porque me encantan los piercings pero no me los pongo por respeto a mis padres.
Disfruté como un enano, en serio, fue genial, una especie de terapia. Estoy deseando que llegue el próximo fin de semana. Con mi colega ya veré si puedo arreglarlo, y si se pone tonto, ya se lo que voy a hacer: cantar como un energúmeno y pasearme con los brazos en jarra moviéndolos como si fueran alitas de pollo.
3 comentarios:
Lo tuyo con las mujeres ha sido mala suerte... aunque a lo mejor la de las alitas de pollo lo único que estaba era nerviosa.
Muy gracioso, me he reido mucho imaginandome las situaciones¡o era recordandolas?
Hola de nuevo Lúcida. Lo de la mala y la buena suerte sólo depende de cómo se mire. De todo se puede reir uno al final del día, claro que no siempre resulta fácil.
Un saludo.
Orris, me alegro de que te riera leyendo, yo la verdad es que me reí escribiéndolo. Lo de imaginarse o recordar,... que quieres que te diga, la realidad siempre supera la ficción.
Un beso.
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