Patricia murió en su noche de bodas con el vestido de novia aún puesto. Pero Patricia no se vengó del hombre que la había engatusado para después asesinarla sin compasión alguna porque, a pesar de todo, era hombre al que amaba con todas sus fuerzas.
Por eso siguió cuidando de él cada día sin descanso como lo hubiera hecho en vida. Le despertaba cada mañana con un beso en la mejilla, le repasaba el traje antes de que saliera a trabajar, le acompañaba durante la cena para que no se sintiera solo y le arropaba en la cama.
Tanto quería a aquel pobre desgraciado que ni siquiera se rindió cuando llegaron los malos tiempos. Sin dudarlo un segundo le ayudó a empaquetar todas sus cosas, le dio la mano bien fuerte y se mudó con él al manicomio el día que vinieron a buscarle.
Por eso siguió cuidando de él cada día sin descanso como lo hubiera hecho en vida. Le despertaba cada mañana con un beso en la mejilla, le repasaba el traje antes de que saliera a trabajar, le acompañaba durante la cena para que no se sintiera solo y le arropaba en la cama.
Tanto quería a aquel pobre desgraciado que ni siquiera se rindió cuando llegaron los malos tiempos. Sin dudarlo un segundo le ayudó a empaquetar todas sus cosas, le dio la mano bien fuerte y se mudó con él al manicomio el día que vinieron a buscarle.
2 comentarios:
Como esposo, esto me da que pensar.
Buen retorno.
Para que luego digan que hasta que la muerte os separe, y un cojón.
Me
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