- Lo siento, pero ya se han acabado las conexiones de metro, tendrán que salir de la estación por aquellas escaleras.
- Pero no puede ser. Somos al menos doscientas personas, de Leganés ya ha salido el siguiente metro con otras tantas, y eso sin contar todos los que aún están en la estación esperando más los que aún no han llegado desde el estadio. ¿De verdad van a dejarnos a todos tirados aquí con la que está cayendo?
- Como le digo, el último metro a Madrid ha salido hace cinco minutos, pero tienen autobuses a Madrid junto a esta boca de metro.
Resignados y cargados de optimismo todos subimos las escaleras mecánicas con parsimonia. Eramos una masa desigual de camisetas negras de Pearl Jam, pantalones cortos, sandalias, piercings, barbas de chivo, cabezas afeitadas, rastas y ojillos enrojecidos por el humo. Al salir al exterior el cielo amenazaba descargar con ganas, así que nos acercamos a una minúscula marquesina de autobús en la que apenas cabían diez personas apretujadas. Y entonces comenzaron las preguntas:
- Oye, ¿tu sabes si la parada del bus a Madrid es esta o la de enfrente?
- Pues ni idea, yo soy de Málaga.
Las miradas se cruzaban buscando alguna indicación, pero la respuesta siempre era la misma: “yo soy de Bilbao”, “nosotros somos de Barcelona”, “yo es que soy de Murcia”, “pues nosotros de Zaragoza”,... Y entonces la voz de la sabiduría emergió firme y segura de algún lugar al fondo de la marquesina.
- Los autobuses nocturnos a Madrid no salen de aquí, la parada está siguiendo por esta avenida todo recto, y en la tercera rotonda giráis a la derecha. Sale uno cada hora.
- Gracias, gracias oh salvador.
En realidad nadie lo dijo con estas palabras, pero todos lo pensamos ya que para entonces la siguiente remesa de abandonados por la organización del Festimad comenzaba a salir por la boca del metro. De esta forma, la masa desigual y yo comenzamos a caminar por las estrechas aceras de Alcorcón en busca de la parada de autobús prometida. Y llegamos. El problema es que cuando llegamos ya había allí metidos unos veinticinco miembros aventajados del grupo, además el cielo ya había cumplido su amenaza y llovía de forma más que generosa, así que a las camisetas negras de Pearl Jam, pantalones cortos, sandalias, piercings, barbas de chivo, cabezas afeitadas, rastas y ojillos enrojecidos por el humo se sumaron algunos chubasqueros de esos como los del capitán Pescanova en versión todo a cien. Pero nada de aquello importaba. Eramos unos doscientos veinte abandonados junto a una diminuta parada de autobús y en unos minutos llegarían muchos más, pero al fin estábamos salvados. Justo entonces todo cambió.
- Acabo de preguntarle a un policía y dice que por aquí no pasa el búho (= bus nocturno).
- Que dices, el chaval del metro nos ha dicho que era aquí.
- Pues el policía dice que tenemos que andar por esta avenida entre uno y dos kilómetros para llegar a la parada por la que pasan los búhos.
Ante tal desconcierto algunos de los ataviados con chubasqueros capitán Pescanova salieron raudos a interrogar a unos adolescentes que hacían botellón en unos soportales. Tras unos minutos de espera que fueron eternos regresaron. La lluvia ya era casi de tormenta tropical.
- Esos chavales dicen que la parada está dos rotondas más arriba girando a la derecha.
Un murmullo se extendió entre los presentes. Tras serias deliberaciones el grupo se dividió. Aquello era claramente el principio del fin, las adversidades comenzaban a hacer mella, pero había que seguir adelante. Un grupo más reducido y yo decidimos seguir la pista que nos habían dado los adolescentes borrachos de pacharán con chocolate y licor de fresa. La pista resultó ser falsa una vez más. No podíamos creerlo, nos habían mentido por segunda vez. No había más remedio que localizar a otro lugareño y preguntar, pero las calles estaban desiertas. Cuando los ánimos ya casi nos habían abandonado surgió de la nada una amable joven que muy segura de sí misma nos dijo:
- La parada está aquí mismo. Al final de esta calle giráis a la derecha y ahí mismo la tenéis.
Con energías renovadas retomamos nuestra marcha no sin lamentar una nueva pérdida de parte del grupo de expedición. Apenas éramos ya veinte personas caminando bajo la lluvia de Alcorcón cuando giramos y, para nuestra desesperación, vimos que en aquella calle no había ni una sola parada de autobús. Era la tercera vez que nos engañaban de forma deliberada. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué nos estaban mintiendo así? ¿Qué les habría sucedido al resto de los grupos que, como nosotros, buscaba una salida de Alcorcón? Las preguntas se amontonaban en nuestras mentes mientras nuestros pies comenzaban a resentirse de siete horas de conciertos y casi dos de paseo errático bajo la incesante lluvia. Y justo entonces la tormenta arreció. Sin mediar palabra salimos corriendo cada uno por su lado en busca de cobijo. Yo acabé bajo una marquesina, que por supuesto no era la del bus que estaba buscando, con otras diez personas. El pesimismo era notable. ¿Lograríamos salir de aquel infierno? ¿Acaso nos habían tendido una trampa? ¿Habría alguna extraña razón para semejante conspiración?
- Pero no puede ser. Somos al menos doscientas personas, de Leganés ya ha salido el siguiente metro con otras tantas, y eso sin contar todos los que aún están en la estación esperando más los que aún no han llegado desde el estadio. ¿De verdad van a dejarnos a todos tirados aquí con la que está cayendo?
- Como le digo, el último metro a Madrid ha salido hace cinco minutos, pero tienen autobuses a Madrid junto a esta boca de metro.
Resignados y cargados de optimismo todos subimos las escaleras mecánicas con parsimonia. Eramos una masa desigual de camisetas negras de Pearl Jam, pantalones cortos, sandalias, piercings, barbas de chivo, cabezas afeitadas, rastas y ojillos enrojecidos por el humo. Al salir al exterior el cielo amenazaba descargar con ganas, así que nos acercamos a una minúscula marquesina de autobús en la que apenas cabían diez personas apretujadas. Y entonces comenzaron las preguntas:
- Oye, ¿tu sabes si la parada del bus a Madrid es esta o la de enfrente?
- Pues ni idea, yo soy de Málaga.
Las miradas se cruzaban buscando alguna indicación, pero la respuesta siempre era la misma: “yo soy de Bilbao”, “nosotros somos de Barcelona”, “yo es que soy de Murcia”, “pues nosotros de Zaragoza”,... Y entonces la voz de la sabiduría emergió firme y segura de algún lugar al fondo de la marquesina.
- Los autobuses nocturnos a Madrid no salen de aquí, la parada está siguiendo por esta avenida todo recto, y en la tercera rotonda giráis a la derecha. Sale uno cada hora.
- Gracias, gracias oh salvador.
En realidad nadie lo dijo con estas palabras, pero todos lo pensamos ya que para entonces la siguiente remesa de abandonados por la organización del Festimad comenzaba a salir por la boca del metro. De esta forma, la masa desigual y yo comenzamos a caminar por las estrechas aceras de Alcorcón en busca de la parada de autobús prometida. Y llegamos. El problema es que cuando llegamos ya había allí metidos unos veinticinco miembros aventajados del grupo, además el cielo ya había cumplido su amenaza y llovía de forma más que generosa, así que a las camisetas negras de Pearl Jam, pantalones cortos, sandalias, piercings, barbas de chivo, cabezas afeitadas, rastas y ojillos enrojecidos por el humo se sumaron algunos chubasqueros de esos como los del capitán Pescanova en versión todo a cien. Pero nada de aquello importaba. Eramos unos doscientos veinte abandonados junto a una diminuta parada de autobús y en unos minutos llegarían muchos más, pero al fin estábamos salvados. Justo entonces todo cambió.
- Acabo de preguntarle a un policía y dice que por aquí no pasa el búho (= bus nocturno).
- Que dices, el chaval del metro nos ha dicho que era aquí.
- Pues el policía dice que tenemos que andar por esta avenida entre uno y dos kilómetros para llegar a la parada por la que pasan los búhos.
Ante tal desconcierto algunos de los ataviados con chubasqueros capitán Pescanova salieron raudos a interrogar a unos adolescentes que hacían botellón en unos soportales. Tras unos minutos de espera que fueron eternos regresaron. La lluvia ya era casi de tormenta tropical.
- Esos chavales dicen que la parada está dos rotondas más arriba girando a la derecha.
Un murmullo se extendió entre los presentes. Tras serias deliberaciones el grupo se dividió. Aquello era claramente el principio del fin, las adversidades comenzaban a hacer mella, pero había que seguir adelante. Un grupo más reducido y yo decidimos seguir la pista que nos habían dado los adolescentes borrachos de pacharán con chocolate y licor de fresa. La pista resultó ser falsa una vez más. No podíamos creerlo, nos habían mentido por segunda vez. No había más remedio que localizar a otro lugareño y preguntar, pero las calles estaban desiertas. Cuando los ánimos ya casi nos habían abandonado surgió de la nada una amable joven que muy segura de sí misma nos dijo:
- La parada está aquí mismo. Al final de esta calle giráis a la derecha y ahí mismo la tenéis.
Con energías renovadas retomamos nuestra marcha no sin lamentar una nueva pérdida de parte del grupo de expedición. Apenas éramos ya veinte personas caminando bajo la lluvia de Alcorcón cuando giramos y, para nuestra desesperación, vimos que en aquella calle no había ni una sola parada de autobús. Era la tercera vez que nos engañaban de forma deliberada. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué nos estaban mintiendo así? ¿Qué les habría sucedido al resto de los grupos que, como nosotros, buscaba una salida de Alcorcón? Las preguntas se amontonaban en nuestras mentes mientras nuestros pies comenzaban a resentirse de siete horas de conciertos y casi dos de paseo errático bajo la incesante lluvia. Y justo entonces la tormenta arreció. Sin mediar palabra salimos corriendo cada uno por su lado en busca de cobijo. Yo acabé bajo una marquesina, que por supuesto no era la del bus que estaba buscando, con otras diez personas. El pesimismo era notable. ¿Lograríamos salir de aquel infierno? ¿Acaso nos habían tendido una trampa? ¿Habría alguna extraña razón para semejante conspiración?
4 comentarios:
Maaaaaaño/a, vaya peliculón. Supongo que si está escrito significa que al final se consiguió llegar a buen puerto (con lo que parece que estaba cayendo, nunca mejor dicho).
En fin, espero ansioso el final de la historia.
No te lo pierdas porque puede que te sorprenda. ¿Cuántos miembros de la expedición sobrevivieron? ¿Consiguieron salir de Alcorcón o tal vez estas líneas se escribieron desde algún ciber de dicha localidad? ¿Hubo torturas antes de permitir a los turistas accidentales escapar?
Todo esto y mucho más en la próxima entrega.
NO ES VERDAD LO QUE DECÍS. OS INDICARON MAL, ERA LA CUARTA A LA DERECHA SEGÚN SALIAS A MANO IZQUIERDA DE LA ESTACIÓN DE METRO, CIEN METROS DESPUES DE PASAR POR LA PARADA DEL AUTOBUS, QUE NO BUO.
POR FAVOR, VUESTROS COMENTARIOS OFENDEN TANTO A LA ORGANIZACIÓN DEL FESTIMAD COMO DEL AYUNTAMIENTO DE ALCORCÓN, QUE SIN QUERERLO NI BEBERLO LO HAN PUESTO A CALDO UN MONTON DE "GUAYS" COMO VOSOTROS. OTRA VEZ OS INFORMAIS MEJOR Y OS LO LLEVAIS PREPARADO DESDE VUESTRA CIUDAD (QUE MEJOR PUEBLO, PORQUE VAYA CATETADA LA DE PASEAR EL SABADO POR LA NOCHE EN ALCORCON BAJO LA TORMENTA QUE COMENTAIS)
Anónimo, disculpa si te has sentido ofendido, no era la intención. Como verás a pesar de la putada nos lo tomamos con humor, pero eso no quita que la organización del Festimad fue horrible.
Desde nuestro pueblo (nosotros y otros muchos) nos informamos a traves de la pagina del festival de los medios de transporte, y como verás no explican en ningún lugar cómo seguir desde Alcorcón si te quedas tirado sin metro. Si luego nos indicaron mal, encima no va a ser culpa nuestra por ser de pueblo.
Nos dijeron que fueramos en transporte público y lo hicimos. Nos dijeron que cogieramos el metro que era lo más rápido y lo hicimos. Tambien podíamos habrenos puesto en fila 5000 personas en el bus nocturno de Leganés y a unas 85 personas por bus en unas 29 horas ya estaríamos todos en casita tan contentos.
Es evidente que los que nos indicaron mal no lo hicieron a propósito, y de hecho todo al que preguntamos fue muy amable pero, casualidades de la vida, ninguno supo indicarnos bien. Es evidente que no estuvimos haciendo el idiota bajo la lluvia como paletos por gusto.
No se si este tema corresponde al Festmad en exclusiva o si también afecta al Ayuntamiento de Alcorcón que para algo era uno de los promotores del evento, pero no creo que ninguno de ellos se sienta ofendido lo más mínimo con estos comentarios (no es el primer año que se hacen críticas y en lugar de ir a mejor la cosa va a peor), pero al menos que me dejen ejercer mi derecho a la pataleta ¿no?.
Por cierto, gracias por molestarte en dejar tu opinión, se agradece que de vez en cuando hable alguien que no sea del grupo de amigos fijos (y guays), aunque sea para criticar.
Suel
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