El día amaneció exactamente igual que todos los demás. El calor y la humedad asfixiaban a todo aquel que se atreviera a respirar; los escasos transeúntes caminaban encorvados como penitentes bajo el yugo de los grados y, probablemente, las vergüenzas; los movimientos se limitaban a la mínima expresión para ahorrar esfuerzos y sudor como si de oro líquido se tratara. Con la boca seca y los ojos cegados, la ciudad se había convertido en una imitación barata del infierno en la Tierra.
De pronto, sin previo aviso, una leve brisa sorprendió a las sábanas que colgaban acartonadas de los tendederos y las flores marchitas de los parques comenzaron a bailar al son de un viento que, en apenas diez minutos, se había convertido en vendaval. Antes de que pudieran darse cuenta aquel huracán había entrado, no sólo por los recovecos de las hojas de las ventanas y los árboles, sino que invadió también sus ojos y gargantas, insuflando el soplo de vida que necesitaban.
Miradas de sorpresa y estupor aparecían a diestro y siniestro como si fueran conscientes por primera vez en años de lo que estaba sucediendo a su alrededor. Y entonces llegó el aguacero. Unas gotas al principio, cataratas infinitas poco después. Viento y agua arrastraban todo a su paso con fuerza suficiente como para borrar las líneas del asfalto, la rutina del día a día, los pecados escondidos al fondo de los cuartos trasteros y las penas gravadas a fuego en la piel.
Con el tiempo el Sol volvió a salir para iluminar, esta vez, una ciudad nueva dispuesta a volver a empezar con la cabeza bien alta, los ojos abiertos como platos, los pulmones repletos de aire fresco y el estómago ansioso de devorar nuevas experiencias.
Imagen: "La sábana" de Jorge Sánchez
9 comentarios:
Tormentas para arrasar con todo y empezar de nuevo,me gusta... no vienen mal si te pillan preparado pero son mucho más emocionantes sino estás preparado.
Ya lo dijo un sábio, "Tormentas e incendios"...
y era esta tormenta lo que necesitaba. Y no volveré a bajar a la bodega a beberme a mi misma, ya llené 5 océanos de agua y sal.
Sacaré mis manos de la tierra, agarraré el Timón una vez más, y aunque en todos mis mapas el único rumbo sea deriva... me hincharé las velas, o mejor las arrancaré, las clavaré a los bastidores y volveré a pintar...
.... mientras espero a que sople el viento a favor...
Timone
Hey, este me encantaaaa...se convierte ràpidamente en mi favorito!.
Que necesario se vuelve a veces arrancar hasta los cimientos para volver a empezar. Derrumbarlo todo y sentir que naces de nuevo.
Timone, ha merecido la pena escribir el post solamente por tu respuesta. A ver si entre cuadro y cuadro me dejas unas letras tuyas para que las junte aquí con las mias....
Adrián me encanta que sigas visitándome, que te encante el post y, sobre todo, que me lo digas (jeje).
Qué depuradora será la que trate rutinas, desencantos, penas y demás putadas. Piensa que irán aguas abajo y regarán nuestros tomates y lechugas, saldrán por grifos (...creo que he bebido mas de 40 cervezas hoy...)
Joder, que coñazo estoy.
Otra cosa es el viento, ah, el viento, que lleva lo mismo al Maestrazgo, pobres bosques estan que se mueren por nuestras penas....
Hoy ni firmo.
Donde se puede conseguir un aguacero de esos?
Anónimo, me ha llegado al alma tu cita cultural de Toreros Muertos. Inesperada y sorprendente, jaja.
Lúcida, pues no se que decirte, a mí me pilló por sorpresa una noche y me dejó como nueva, la verdad. La próxima te aviso y te apuntas.
Desnudaros, poneros nuestras mejores pieles, pintaros la cara, coged las maracas de huesos y las lanzas y danzad conmigo un salvaje canto a la lluvia. Convoquemos una gran tormenta que lave todo y empezemos de nuevo porque hoy me da pereza todo y necesito una tormenta que me despierte.
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