31 marzo 2009

Caza mayor

Con el primer vistazo me dio la sensación de aquello era una cueva, no una casa. Recuerdo el negro de los escalones, de las paredes y de las tejas. Recuerdo el negro de la tapia, las macetas y las rejas de las ventanas. Cuando se abrió la puerta y vi las paredes teñidas de rojo por el fuego de la chimenea tuve la sensación de que la cueva se había convertido en la boca de algún tipo de fiera salvaje. Entonces vi tus ojos mirándome fijamente desde el sillón, negro como no. Me sonreíste con un gesto amable, pero tus dientes también tenían ese tono rojo de la chimenea y por un momento me pareció que pensabas devorarme en cuanto cerrara la puerta.

Pero ya soy un hombre adulto y no dejo que mi mente me juegue malas pasadas, así que entré con paso firme y cerré la puerta. Dejé el maletín junto al aparador que está junto a la puerta y me acerqué a ti. Me fijé en la enorme manta que llevabas sobre los hombros y la imagen del lobo del cuento me vino a la cabeza. Pero como ya soy un hombre adulto seguí andando y te tendí la mano para presentarme. Poco después la cabeza ya me daba vueltas sofocada por el calor de la chimenea, el negro de la casa, el rojo de la habitación, la fuerza de tus manos, el rojo de tus dientes,…

Hace semanas que ya no me duele nada, claro que apenas me queda ya nada que me pueda doler. Mientras miro tus otros trofeos colgando de la pared del dormitorio te oigo entrando y saliendo cargando leña para la chimenea, y ayer oí tu voz por primera vez en un año. Llamabas por teléfono al nuevo médico: “creo que estoy incubando algo”, exactamente lo mismo que me contaste a mí. Supongo que ya tienes todo preparado para recibir a tu presa de este invierno, y si va venir mañana supongo que eso quiere decir que menos de 24 horas es el tiempo que me queda. No es mucho, pero ya no importa. Después de tanto tiempo esperando tengo ganas de descubrir cómo queda mi cabeza en el hueco de la pared que me tienes reservado, ya sabes, junto a los fontaneros, aunque sinceramente creo que mi cara de niño bueno quedaría mejor junto a los profesores de secundaria.

7 comentarios:

johnny 99 dijo...

Vaya error lo de creerse mayor.
Vaya error lo de creerse joven y saberlo todo.
Vaya error el de despreciar al anciano.
Solo me queda ser mujer.

Vaya error lo de creerse ser mujer (vaya que no lo soy).
Vaya... que me he liao y no se acabar.

Me

Sylvia dijo...

Pero sobre todas las cosas..vaya error entrar en esa casa!

Con la cabeza sobre mis hombros te mando un saludo desde Valencia

orris dijo...

Esto es literalmente meterse en la boca del lobo.
La verdad es que los cazadores siempre me han producido escalofríos, esa afición a fotografiarse con cadáveres...Además siempre alegan que son amantes de la naturaleza. Supongo que tú protagonista es un gran amante de la humanidad, por eso la colecciona.
Muy buen relato

Anónimo dijo...

Tremendo.

Anónimo dijo...

¡qué miedo!
Pero era un médico privado o de la seguridad social?
Porque tardar un año en volver a la consulta y que nadie lo eche de menos... hum!

Timón

Capri c'est fini dijo...

Tu cabeza de trofeo de caza... jejeje bonita imagen. Como soy adulto no leo cuentos infantiles...

Un abrazo.

Adrián Mariscal dijo...

jajajajaja, supongo qu en este momento debo estar de pie, aplaudiendo porque me ha encantado tu relato, pero me causa gracia, es lindìsimo!!!