18 febrero 2008

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Lloraba como un niño a pesar de su edad. "Trabajarás mejor y más rápido. Hace sola todos los cálculos sin error posible. Ahorraremos tiempo y dinero". Pero ya el primer día resultó que tenía que actualizar no-sé-que-cosa. ¿Una máquina sin estrenar que hay que actualizar? Luego resultó que, de vez en cuando, sin explicación, se "colgaba" y todo el trabajo se perdía. Y aquellos carteles,... Cuando creía que lo estaba haciendo todo bien, aparecían esos números y letras que le desconcertaban.

Lo había intentado con todas sus fuerzas, pero le habían vencido. Veinte años de trabajo impecable en la empresa y le echaban porque no se adaptaba a una máquina recién llegada que lo mismo se quedaba anticuada en dos días, que se declaraba en huelga y se apagaba.

Al salir, probablemente de forma involuntaria, tropezó con un cable y todo el equipo cayó al suelo saltando en pedazos. Ya en la calle sonrió aferrándose a su maletín, donde llevaba veinte años de libros contables con una caligrafía perfecta.

2 comentarios:

orris dijo...

¡Qué bonita es la tecnología! ¡Cuán rápido trabajamos ahora!
Una pregunta: Sí la tecnología nos permite hacer lo mismo que antes pero más eficaz y rápidamente ¿Porqué seguimos trabajando la mismas horas?

Anónimo dijo...

El otro dia fui a correos, me encontré con dos chavales que iban a votar por correo, no salí de mi asombro cuando le preguntaron a la señorita de la "ventanilla" qué debían poner en remitente y destinatario. No tiene nada que ver, pero es que todavía estoy temblando.