31 julio 2008

Sol y Torrijas

- Últimamente no me encuentro yo demasiado cristiana doctor.
- Señora Vicenta, está usted estupenda, salvo los típicos achaques de la edad y el azúcar, que le ha salido un poco alta en los análisis. Pero no se preocupe, que eso con una dieta un poco controlada se soluciona.
- ¿No me dirá usted que tengo que dejar de merendarme mis dos torrijas con café, no? Porque mire que es casi el único capricho que me consiento.
- Pues si le digo la verdad sería un buen comienzo. Tenga usted en cuenta que ya no es una moza y que hay que cuidarse, que a sus años cualquier tontería nos puede dar un buen susto.
- Ya, como al señor Paco. El hombre dejó de fumar porque le dijeron que el tabaco le llevaría a la tumba y a los seis meses el pobrecico nos dejó, y no por el humo precisamente, sino por un infarto fulminante que, dirá usted lo que quiera, pero seguro que le dio de los nervios que hizo a cuenta de no poder darle ni una calada a la pipa.
- Hombre señora, la cosa no es así exactamente...
- No, si yo no digo que usted no sepa de medicina, que se le ve que es usted la mar de listo y seguro que lo que me dice lo hace por mi bien. Pero como usted mismo ha dicho ya no soy una moza, y para cuatro días que me quedan que me entierren bien contenta y con el azúcar tan alta como haga falta.

Yo, como la señora Vicenta, pienso darle alegría al cuerpo como pueda y cuanto pueda, y para empezar me voy dos semanas de vacaciones al otro lado de la Península a cambiar de aires y rutina.

24 julio 2008

Sonámbulo


Caminaba sonámbulo, como cada mañana desde hacía diez años. De pronto una hoja de papel le sacó de su ensimismamiento empeñada en juguetear entre sus pies. Tras una insulsa mirada de reojo decidió ignorarla y seguir caminando con paso firme y mirada perdida. Apenas había dado dos pasos cuando la hoja volvió a cruzarse entre sus pies animada por una leve brisa. No le quedó más remedio que detenerse y recoger el molesto papel. Justo cuando iba a reanudar su camino unas curiosas líneas manuscritas con tinta granate llamaron su atención:

"Caminaba sonámbulo, como cada mañana desde hacía diez años. De pronto una hoja de papel le sacó de su ensimismamiento empeñada en juguetear entre sus pies. Tras una insulsa mirada de reojo decidió ignorarla y seguir caminando con paso firme y mirada perdida. Apenas había dado dos pasos cuando la hoja volvió a cruzarse entre sus pies animada por una leve brisa. No le quedó más remedio que detenerse y recoger el molesto papel. Justo cuando iba a reanudar su camino unas curiosas líneas manuscritas con tinta granate llamaron su atención:

"Caminaba sonámbulo, como cada mañana desde hacía diez años. De pronto una hoja de papel le sacó de su ensimismamiento empeñada en juguetear entre sus pies. Tras una insulsa mirada de reojo decidió ignorarla y seguir caminando con paso firme y mirada perdida. Apenas había dado dos pasos cuando la hoja volvió a cruzarse entre sus pies animada por una leve brisa. No le quedó más remedio que detenerse y recoger el molesto papel. Justo cuando iba a reanudar su camino unas curiosas líneas manuscritas con tinta granate llamaron su atención: ... ”"

Imagen - "Lo más importante es saber atravesar el fuego" de Marta Altieri - www.maltieri.com

17 julio 2008

Sombras Chinescas

Para Nuno estaba siendo un día de esos que no le deseas ni a tu peor enemigo. Pensó que una cerveza arreglaría algo la cosa, así que bajó al bar de la esquina. Nada más cruzar la puerta se arrepintió de su decisión, porque el antro estaba hasta los topes de gente. Por lo visto, en busca de una solución desesperada para la falta de clientela, el del bar había montado un ciclo de conciertos gratis cada jueves con una cerveza de regalo incluida en el paquete. El resultado a cinco minutos del comienzo del primer espectáculo no podía ser mejor: barra y mesas abarrotadas de parroquianos jarra en mano.

Reptando entre el personal Nuno consiguió su bebida de regalo, pero por más que lo intentó no hubo manera de situarse frente al escenario, así que tuvo que conformarse con apoyarse en una de las paredes laterales. Casi no había apoyado la espalda en la pared cuando todas las luces se apagaron, salvo un enorme foco situado encima de su cabeza que apuntaba de forma indiscreta la silueta de una joven menuda que acababa de aparecer casi como por arte de magia.

Una voz suave e insinuante acompañada de unos movimientos no menos sugerentes levantaron los silbidos y aplausos de los presentes de forma inmediata. "Tampoco es para tanto" pensó Leo, hasta que la descubrió. Cansado de ponerse de puntillas para intentar ver bien a la cantante volvió a apoyarse contra la pared y ante sus ojos apareció enorme, sutil y provocadora aquella sombra. Bailaba al ritmo de la música, pero de forma más suave y delicada de lo que su dueña lo hacía, se deslizaba silenciosa por la pared, acariciándola como si estuviera haciéndole el amor.

Durante ocho semanas Nuno no faltó ni un solo jueves. Llegaba al bar una hora antes para asegurarse que nadie le robaba su posición privilegiada y, durante todo el espectáculo, clavaba sus ojos en aquella sombra. Al salir no sería capaz de decir de qué color era el vestido de la cantante, o si llevaba tacones, pero podría haber dicho, sin duda alguna, cuántas veces había levantado su sombra los brazos por encima de su cabeza, contorneado sus caderas, acariciado su pelo, flexionado sus rodillas, lanzado besos desde la yema de sus dedos,...

El noveno jueves, al llegar a la puerta del bar Nuno sufrió algo similar a un ataque de risa histérica, aunque tal vez fuera un ataque de ansiedad, ya que ante sus incrédulos ojos el camarero estaba colgando un cartel que anunciaba:
"Por problemas con los vecinos, a partir de hoy el concierto será sustituido por un espectáculo de sombras chinescas. La oferta de cerveza gratis se mantiene sin cambios"

08 julio 2008

Summertime

Este verano voy a:
- Disfrutar en la playa y en la piscina como cuando tenía diez años. Prometo olvidar la compostura por una temporada, saltar desde el bordillo dando giros imposibles, enterrarme hasta el cuello y hacer castillos de arena.
- Aprovechar los días, al menos, hasta el minuto exacto que se ponga el sol y, si la economía lo permite, hasta la media noche. Ya dormiré en invierno, cuando a las 20.30h me tenga que meter en casa quiera o no quiera para evitar la congelación de miembros y/o miembras.
- Agarrar el libro en cuanto termine de comer y evitar a toda costa esos programas veraniegos en los que todos son super simpáticos, super felices, super guapos y super cargantes. Ya perdí suficientes neuronas el año pasado.
- Enamorarme como lo hacen los adolescentes en estas fechas. Pienso dejar que se me caiga la baba sin disimulo cada mañana cuando me gire en la cama y aparezca ante mí ese rostro a lo Mohinder Suresh que tanto me gusta.

Este verano tal vez:
- Pierda los kilos que me sobran, pero sólo lo haré si eso no supone renunciar al tinto de verano, la cerveza con gaseosa, las cenas a base de pinchos en las terrazas y los helados.
- Me ponga en forma a base de nadar en la piscina, aunque sólo podré hacerlo en los ratos en los que esté yo sola en el agua, porque tengo cierta tendencia a torcerme y atropellar todo lo que se cruce en mi camino.
- Consiga disfrutar de una buena tormenta de verano plantada en mitad de algún jardín mientras oigo por detrás los salmos de mi madre rogando a Santa Bárbara Bendita que nos proteja de rayos y truenos.
- Mantenga el ritmo de un post a la semana, pero no prometo nada, sobre todo si tenemos en cuenta la espesura mental que me provocan las altas temperaturas.

Este verano no:
- Veré el Tour de Francia. Me agoto solo de mirar la pantalla.
- Me quitaré la manía de ponerme crema en los pies cada noche. He hecho un amago estas primeras semanas de verano y, definitivamente, no puedo controlarlo.
- Bailaré la canción del verano, ni el chiki chiki, ni reaggeton ni nada que se le parezca. No me gustan en invierno y no van a empezar a gustarme ahora por mucho que se empeñen en que es lo propio del verano.
- Me cortaré el pelo aunque me sude la nuca sin piedad. Cuatro años faltando a mi palabra de dejarme los rizos a su libre albedrío ya son suficientes.


03 julio 2008

Sequía

Llegó el calor y con él las palabras se me secaron por completo. Ayer las regué durante más de media hora debajo de la ducha como si fueran geranios, pero me temo que deben seguir atascadas en algún pliegue de mi cerebro. Hoy probaré con la inmersión total, pero la verdad es que no estoy nada segura de que la cosa vaya a funcionar.

Todos los veranos es igual. Ansío que los días se alarguen, que llegue el calor para tener más horas y mejor humor para escribir sin pestañear hasta que se me irriten los ojos y los dedos se me entumezcan, pero cuando llega el momento las neuronas se aplatanan, pierden velocidad y las palabras dejan de fluir como debieran.

Tengo por ahí caminando con sonámbulos sin destino a una mujer que cada día bebe dos copas de ginebra cuando dan las ocho de la tarde, un joven que escribe de forma compulsiva diferentes maneras de asesinar a la vecina del piso de arriba, una pareja que conduce un Seat Panda con las ventanillas bajadas por los Monegros como si fueran protagonistas de una road movie americana, una niña regordeta que come escarabajos y un abuelo traumatizado porque cree que el fantasma que acosa a su vecino por las noches es el de su difunta esposa.

Ideas y más ideas a las que soy incapaz de dar forma por falta de palabras.
¿Alguna sugerencia?