18 enero 2010

Cuando "para siempre" da mucho miedo

Cuando toqué sus manos lo supe. No fue al mirarle a los ojos, ni al oír su voz, ni al sentir su perfume, ni al rozarse nuestros brazos de forma casual. Lo cierto es que hasta que no tuve mis manos en las suyas ni siquiera lo sospeché.

Pero de pronto todo fue tan evidente que me reí de mí misma por no haberme dado cuenta antes. Si lo hubiera hecho habría salido corriendo sin detenerme ni un solo instante a mirar atrás, pero él ya tenía mis manos en las suyas y huir era imposible.

Resulta que yo soy una de esas personas a las que les asusta la soledad más que las malas compañías, y él resultó ser una de esas malas compañías a las que los cambios les asustan más que la más atroz de las monotonías.

Así que así estamos desde entonces, con las manos todavía unidas ya más por la costumbre que por las ganas y sin posibilidad alguna de ponerle remedio.

7 comentarios:

SOMMER dijo...

Pues yo tengo la sensación de que haceis muy buena pareja...

Timone dijo...

Entonces ¿han desarrollado habilidades especiales con los pies y la boca?
¿Cómo comen, se visten, escriben...?

Porque lavarte los dientes sin manos tiene que ser complicado...

johhny 99 dijo...

No te preocupes,hay veces que al final te das cuenta que las cosas pirden su por qué y uno se encuentra haciendo "manitas" con la lavadora.
Me

English Little Pills dijo...

Sommer, se ve que a veces las parejas perfectas no son la mejor opción porque acaban aburriendo.

Timón, a ver si va a ser eso y no la monotonía lo que acabó con esta pareja.... años de mal aliento acaban con cualquier cosa.

Johnny, tengo que fijarme más en tu lavadora la próxima vez que tenga ocasión. Y sí, creo que empiezo a preocuparme.

orris dijo...

¡Qué historia más triste!
Mejor sería que se hubieran comprado un perro o un gato.

Supongo que eso pasó a la pareja del post de menda.

http://laolvidostreet.blogspot.com/2010/01/cual-es-el-nombre-de-la-pelicula.html

Anónimo dijo...

"Jamás" aterroriza más aún...

Adrián Mariscal dijo...

Flash!!!...lo peor del caso es que en tales circunstancias duele incluso poner un fin a la historia.

La costumbre es un arma de doble filo, por un lado le imprime a la vida un tanto de estabilidad y por el otro, aburre.